Demoledor.
Así es como calificaría este artículo publicado hoy por Libération.
No creo que a Ibarretxe le haga mucha gracia ver las vergüenzas de "su paraíso nacionalista" expuestas a la vista de Europa, pero ya era hora.
El texto trata la cuestión de los vascos exiliados a pueblos pertenecientes a otras Comunidades Autónomas -aunque limítrofes con Euskadi- a fin de huir de la insoportable carga de no ser nacionalista o proetarra, sin tener que renunciar por ello a sus raíces o verse obligados a iniciar una nueva vida lejos de su tierra natal.
Esta "emigración ideológica" (así es como la llama el gobierno de Vitoria), estimada en 125.000 personas, se compone fundamentalmente de familiares de víctimas de ETA, jueces, periodistas, profesores, cargos electos, empresarios que se han negado a pagar el "impuesto revolucionario", guardias civiles, policías nacionales, escoltas privados y, oh sorpresa, ertzainas.
¿Por qué será que las utopías y los paraísos cuando se llevan a la realidad se convierten en auténticas pesadillas?
No creo que a Ibarretxe le haga mucha gracia ver las vergüenzas de "su paraíso nacionalista" expuestas a la vista de Europa, pero ya era hora.
El texto trata la cuestión de los vascos exiliados a pueblos pertenecientes a otras Comunidades Autónomas -aunque limítrofes con Euskadi- a fin de huir de la insoportable carga de no ser nacionalista o proetarra, sin tener que renunciar por ello a sus raíces o verse obligados a iniciar una nueva vida lejos de su tierra natal.
Esta "emigración ideológica" (así es como la llama el gobierno de Vitoria), estimada en 125.000 personas, se compone fundamentalmente de familiares de víctimas de ETA, jueces, periodistas, profesores, cargos electos, empresarios que se han negado a pagar el "impuesto revolucionario", guardias civiles, policías nacionales, escoltas privados y, oh sorpresa, ertzainas.
¿Por qué será que las utopías y los paraísos cuando se llevan a la realidad se convierten en auténticas pesadillas?
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